Publicado por Juan Pablo el 31.Dic.2007 | Comentarios (7)
Aquella noche tuve un pésimo dormir, tenía un malestar estomacal iniciado el día anterior; me levanté, tomé un desayuno liviano (casi nada) y me fui a la Universidad. La molestia persistía, era constante, yo estaba seguro que era algo relacionado con mi colon —porque antecedentes tenía— pero la sensación de molestia era persistente, no paraba, en fin, continué con mi día laboral.
A eso de las 11.00 de la mañana había sido invitado a un examen de título. Para celebrar el éxito del examen me invitaron también al almuerzo en un céntrico restorán, la molestia se incrementaba, tanto así que antes de comer pasé a una farmacia en busca de algún remedio que me quitara el dolor, no recuerdo qué me dio la farmacéutica pero lo tomé sin preguntar y me fui al almuerzo. No pude disfrutar la comida, le molestia no paraba, intentaba disimular mi dolor para no estropear la celebración. Cuando terminó la comida tomé el auto y me fui directo a urgencias de la clínica Alemana de Temuco, era demasiado el dolor y no estaba dispuesto a continuar haciéndome el valiente.
Me ingresaron a urgencias, tirado en una suerte de camilla ultra compacta la enfermera me tomo la presión y la temperatura, al cabo de unos minutos hace su entrada un doctor de aspecto caucásico y edad avanzada, me examina el vientre, me palpa y escucha con su estetoscopio haciendo las preguntas de rigor — “¿qué comió?”, “¿desde cuado le duele?”, etc. Luego de un instante me dice: “creo que debemos esperar hasta mañana para saber que es lo tiene”, luego continuó: “váyase a su casa, tomará estas pastillas y vendrá mañana pase lo que pase, se sienta mal o se sienta bien”, me llamó la atención que me repitiera dos veces esta última frase, pero en fin, me fui a mi casa, lo único que quería era descansar en mi cama porque el dolor me hacía consumir mucha energía. Mi madre me dio esas típicas yerbitas que tantas veces me salvaron de molestias en el pasado, pero esta vez ni siquiera eso daba resultado.
Me dormí, la noche estuvo tranquila para mi, a la mañana siguiente cuando abrí los ojos no sentía molestia alguna, todo normal; sentí alivio; pero todo mi alegría terminó cuando hago el primer movimiento para salir de la cama, ¿imaginas cómo te sentirías si un elefante te pisoteara la barriga?, esa misma sensación tenía, como si me hubiesen apaleado toda la noche, ya no tenía dolor, pero mi bajo vientre era como un campo de batalla post-lucha. Me levanté y a eso de las 12.00 del día me fui nuevamente a la clínica, esta vez me acompañó mi padre, entramos nuevamente a urgencias pero esta vez me atendió otro doctor, su nombre: Plácido Flores (cómo olvidarlo). Luego de los mismos exámenes de presión y temperatura me palpa el bajo vientre pero esta vez hace algo distinto al anterior doctor, me hunde los cuatro dedos ejerciendo mucha presión, no me duele, pero al momento de soltar sentí un tremendo dolor. Con la seguridad de los años de experiencia me dice categórico, “es apendicitis”.
Luego supe que no era fácil mi diagnóstico, porque no tenía los típico síntomas de una apendicitis: vómitos, fiebre, dolor de cabeza, dolor en la pierna derecha... etc, yo sólo tenía esa molestia punzante al lado derecho del bajo vientre. Luego de su diagnóstico añade: “Se opera aquí o en el hospital regional, usted elige”; ¡Dios!, me dije a mi mismo, luego continúa: “no podemos esperar más, recuerde que es 31 de diciembre y yo tengo que llamar a todo mi equipo médico para operarlo en el plazo inmediato”. Miré a mi padre y respondí: “ok, hagámoslo”.
En menos de lo que canta un gallo me tenían semidesnudo, sólo cubierto con esa estúpida túnica que deja ver todo tu trasero; me hicieron firmar un papel de ingreso y luego me llevan a una habitación. Esperé un par de horas y luego comienza el rito de la preoperación, un grupo de enfermeras entra me ponen cosas en los brazos y me llevan a la sala de cirugía, yo no tenía miedo preocupado quizás, sabía que estaba en buenas manos. Jamás voy olvidar el camino entre la habitación y la sala de operación, personas pasando a tu lado mirándote, escuchas conversaciones a lo lejos tu sólo miras el techo y sus luces intentando encomendarte a los santos, en ese momento pensaba en mis padres y en lo asustados que estaban.
Me da la bienvenida el famoso médico anestesista, una suerte de bufón con traje verde, hace chistes, me muestra la máquina que me matará por un par de horas, me inyecta cosas en los brazos y me dice, “ponte como Jesús en la cruz”, estiro los brazos y comienzo a quedarme dormido rápidamente, luego de unos segundos se me apagó completamente el sistema, shutdown total. Eran las 17.00 cuando iniciaron la operación, creo que duró una hora o un poco más. Cuando volví a la vida sentía como todas las personas que estuvieron en la operación se sacaban las guantes, guardaban cosas y hacían comentarios, recuerdo que una chica (no se si sería estudiante de medicina o enfermera) me llevó al post operatorio o sala de recuperación —una gran y fría sala con un enfermero guardia y un gigantesco reloj de pared— la niña me decía que todo había salido bien. ¡Yo en la vida me había sentido peor!, es la sensación más horrible el post operatorio, volver en un estado somnoliente con el tremendo dolor y ardor de una operación es lo peor que me ha ocurrido en la vida, sumado a esto la gigantesca sed que sentía producto que aquel eyector de saliva que te ponen en la boca. En ese estado de dolor le pedí en tono de clemencia a la niña que me acompañó a la sala de recuperación por favor me diera agua, ella me dijo que no podía darme nada, a mi insistencia sumergió un algodón en agua y me lo puso en la boca, fueron las 3 gotitas más refrescantes que he bebido en la vida.
Ahí estuve alrededor de una hora y media, me sentía pésimo, miraba el reloj a cada minuto, sentía que el tiempo avanzaba a pasos de tortuga, luego de eso me llevaron a mi habitación, eran cerca de las 20.00 hrs del 31 de diciembre de 2002. No podían darme nada de beber, el suero que me pusieron aplacó en algo los infinitos deseos de beber agua.
Compartía mi habitación con un señor, nos separaba una cortina recuerdo. Al pasar de las horas mi compañero de cuarto comenzó a quejarse y yo notaba que a cada momento se paraba de la cama. Los quejidos eran tan fuertes que estremecían a cualquiera, luego supe que el señor tenía una sonda en su pene producto de una operación a la próstata, comprenderán el dolor de ese pobre tipo. Llegaron las 12.00 de la noche, a lo lejos se escuchaba a las enfermeras celebrar por el año nuevo recién llegado; yo por mi parte yacía en mi cama con el dolor de mi operación y con el dolor percibido por mi compañero de cuarto; diversión total.
Ha sido el año nuevo más insólito de mi vida y hoy se cumplen cinco años de aquel histórico día en mi pequeña vida; quise compartirlo con mis lectores en retribución a su lealtad para con este blog y su accidentado nivel de actualización el año 2007.
Un feliz año para todos lo que leen este espacio, y que el 2008 venga cargadito de buenas noticias, paz y amor.
Enlace Permanente, Comentarios (7), Publicada en: Personal
Siguiendo con las historias de fin de año, el 31 de Diciembre de 1999 acababa de volver a mi ciudad Puerto Montt, luego de un año de estudio en Temuco. Estaba cansado por el viaje, así que me fui a dormir un rato ... eran las 20:00 hrs. Mi familia se fue a Llanquihue porque ahí ibamos a recibir el nuevo milenio ¿Se acuerdan de toda la efervescencia por recibir el nuevo milenio? ¿Se acuerdan que iban a fallar los computadores, asensores y hasta los microondas? Bueno, la cosa es que me quedé dormido y me desperté 10 para las 12 solo y sin posibilidades de ir a Llanquihue. ¿Recibiría el nuevo milenio solo en mi pieza viendo los fuegos artificiales de Valparaíso por la tele? De ninguna manera. Me vestí y corrí lo más rápido que pude a un mirador para ver los fuegos artificiales que se iban a lanzar en mi ciudad ... llegué justo a tiempo ... estaba lleno ... cientos de personas estaban contando hacia atrás hasta que por fin llegaron las 12 y todo se volvió una fiesta de abrazos y champañazos ... hasta los carabineros repartían abrazos ... luego se coronó todo con los fuegos artificiales ... ahí entre pura gente desconocida, recibí el nuevo milenio. Fue rechoro ... y los computadores no se volvieron locos y el microondas, 8 años después, todavía funciona bien.
Won, la cagaste... este texto es una muestra ejemplar de narrativa.
No sólo te aprovechaste maquiavélicamente de la coincidencia de fecha para hacernos creer -hasta el último instante- que era algo que estaba pasando ahora, sino que la descripción fue tan notable que me hizo sentir cada uno de tus percances... ouch.
Gracias por la poco ortodoxa historia de fin de año... y por hacerme recordar que nunca se agradece lo suficiente el tener salud :S
(Por cierto, creo que lo de "operemos altiro" fue lo mejor. Siempre he pensado que si algún día me tienen que operar, el lapso entre la decisión y el pabellón se me hará como una condena a muerte).
Un abrazo y nos vemos el otro año, compañero :) FT.
(PD: Por alguna razón, tu blog se niega a recordar mis datos).
Je. La historia de Ricardo también estaba buena :)
En realidad yo sólo puedo contar ñoñerías porque nunca me he identificado con las celebraciones. De hecho recuerdo que hace ya varios años me tocó pasar un año nuevo solo en casa por razones que no vienen al caso.
En esa época estaba de moda SimCity 2000 y yo había caído en una verdadera adicción al juego, tanto que comencé a jugar cerca de las 6 de la tarde y no paré hasta que -por el ruido y las voces en la calle- me di cuenta que habían pasado las 12 y todos mis vecinos estaban afuera dándose de abrazos.
Salí corriendo... exclusivamente porque tenía una vecina que valía la pena ser abrazada ;)
:O hace 2 años pase exactamente lo mismo que tu, pero yo tenia rato que me pasaba lo mismo, dolor en el estomago y al dia siguiente en el bajo vientre, era horrible el dolor, y me diagnosticaron de todo, gastritis, colitis, ulcera, fiebre tifoidea, ya que los sintomas no eran los clasicos de una apendicitis, y pues resulto que si, me operaron con el apendice reventado, pero yo no deje que me durmieran, jajaja, queria saber lo que estaba pasando. Jejeje, me identifique con todo lo que dijiste, y si lo hubieras escrito antes me hubierras ahorrado muchos dolores, jajajajaja....
saludos desde Tijuana Mexico
qué notable historia juque. qué plumaza.
y pensar que por un momento realmente pensé que ibas a matar el blog! :)
Felicitaciones. Eres un buen narrador. Cuando decidas dejar de ayudarnos en el mundo tecnológico puedes emprender ese camino.